En 1953 nos encontramos en 4º año de liceo. Él venía de otro colegio con dos compañeros más, Jorge y Fernando. Al poco tiempo formamos un grupo de choque que finalizó durante el 5º año con la expulsión, no nuestra, sino del Rector del Colegio Dámaso Centeno. Seguimos siendo amigos hasta hace unos días…Caro Paul, casi hermano, con quien pasé más tiempo que con mi propio hermano Giorgio, esta carta es para desearte un viaje sereno. Que puedas correr, volver a jugar al tenis, que reencuentres a la mujer que más amaste y más te amó, pero aquí la cosa se pone difícil, porque fueron muchas… aunque siempre las amaste con entusiasmo. Qué reencuentres esa cámara con la que tan bien fotografiaste sitios y amigos. Que los que te acompañaron antes, compartan contigo los libros, las películas, el chocolate, las brioches y esas máquinas inútiles que descompuestas, te torturaban un poco. Que vuelvas a África, con sus tapices, elefantes y misteriosos personajes; que puedas regresar a tu París con sus lugares ocultos, a Roma con aquella bella dama, a Francia con tus tres hijos y tu hermana… Construcciones, proyectos, la escritura, la música, el teatro, el cine, nada te fue ajeno y seguramente te acompañarán ahora, así como nos acompaña tu ejemplo de entusiasmo y alegría. Jorge como gran cineasta, Fernando como médico-músico podrán atestiguar lo dicho, y yo, como asociado arquitecto, de a ratos, también doy fe de tu honestidad (bestia rara en estos tiempos), honestidad hasta cruel por momentos. Te odié (o te envidié) en ocasiones por irresponsable. Me diste casa cuando no tenía, aliento cuando estaba dudosamente solo. Pero nunca dejaste de ser amigo. |